La modalidad taller teóricamente nos encierra muchos conceptos que son muy importantes, este trabajo tiene como fin estudiar específicamente a la modalidad denominada taller, para abordar la problemática de la educación extracurricular.
La modalidad taller se basa en una concepción constructivista del conocimiento, que en nuestro país tiene su auge a partir del advenimiento de la democracia, en 1983. Como veremos en la reseña histórica, los modos de definir al taller, difieren en cuanto a diversos matices, aunque podemos anticipar que parecen coincidir en dos aspectos centrales: el conocimiento como construcción grupal y la subordinación de la teoría a la praxis, esto es, la acción como modo de producción del background teórico.
Taller como facilitador, al plantear problemas, o ubicar al alumno en determinadas situaciones para que éste elabore sus propias ideas, ponga a prueba diferentes modos de resolución y logre su propia construcción Conceptual”.
En este marco, entendemos que, a su vez, debemos pensar esta cuestión en relación con la progresiva descentralización del Estado, que observamos en la mayoría de los países occidentales y que da pie para el surgimiento de instituciones intermedias como las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
Siguiendo esta línea, consideramos útil abordar los rasgos principales de dos tendencias educativas fundamentales de la modalidad taller: el constructivismo y la perspectiva crítico reflexiva. Podemos pensar que el modelo educativo tradicional evidencia cierta dicotomía entre los conocimientos adquiridos en su seno y su posterior extrapolación en otros contextos de desempeño.
frágil o pobre está vinculado con algo más que la memoria a corto o largo plazo, y en este sentido, podemos hablar de un síntoma característico de la pedagogía tradicional.
Nos interesa el planteo de Perkins respecto de la transferencia, en tanto el TFC se planteó, primordialmente, una construcción grupal del conocimiento tendiente a ser desarrollado desde el alumnado, a partir de problemas o situaciones para resolver.
Se trataba, entonces, de combatir la fragilidad procurando el desarrollo de la afinidad. El propio Perkins se permite formular, en el campo educativo formal, una alternativa metodológica que tiene por fin trabajar la perspectiva motivacional del alumno, a la que denomina aula taller. Aquí encontramos una definición sumamente operativa que, aunque aplicada al dominio de la educación formal, permite encontrar los fundamentos básicos de taller: “La metodología del aula taller comporta un replanteo total en la dinámica de aprendizaje. Si el aula es un taller, el alumno cambia de rol (respecto del aula tradicional), y se transforma en sujeto activo de su propio aprendizaje. Del mismo modo, el docente, de único depositario de la verdad, pasa a ser un sujeto más (aventajado si se quiere) en el proceso de aprendizaje. Su tarea será, sobre todo, la de acompañar, coordinar y desencadenar (cuando esto no suceda espontáneamente) procesos cognitivos, utilizando para ello el diálogo y el debate” (Perkins, 1997).
Esto no implica pasar del autoritarismo a la permisividad absoluta, quizás sí de un régimen de pedagogía visible a uno semi-invisible, en términos de Basil Bernstein (Bernstein, 1996). En la modalidad taller, se procura que docentes y alumnos avancen juntos, en una misma propuesta de recorrido: el desarrollo conjunto de una propuesta educativa que, si bien parte de los primeros, sólo se completa con el aporte único e insustituible de los segundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario